Perdí en la playa una pelota verde. Se perdió cuando de un chute la tiré volando hacia el mar. La pelota flotó por los mares y atravesó océanos, océanos sin fin y más allá. Inalcanzable.
Vamos camino de la gran rueda
Sumergidos en la odiosa diosa del olvido
en los sueños ardientes del destierro.
En la tierra cabalgó un becerro
inmundo hacia la cólera.
Bebí del cactus veneno
para olvidar de ti toda ilusión.
Sí, entonces esperé a la lluvia que por fin se diera sola,
y no fue así,
no fue de ninguna manera,
tuve que darle al molino
la vuelta a su hélice
para que volviera de nuevo
y se echara a trabajar.
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