La Novela Real
O
La Peor Versión
…
… que late en el fondo (y no en el corazón, porque no tiene ) de todo Remake…
PD: … Todo es un Remake.
Vamos a escribir una Novela Real, una historia llena de moral y ética (lector, no se me anticipe en juicios filosóficos, si es que es el caso de su prejuiciosa y presumida intelectualidad… Y tampoco me anticipe diagnósticos de paranoia si es que tiene alguna cercanía titular o de simpatía con la muy desagradable pseudo-disciplina de la psicología)… en lo anterior y en lo siguiente el autor no se hace responsable de las palabras en general, y menos aún, de los improperios y exaltaciones del narrador, que obviamente es un ente ficticio y, en este caso, más bien enfermo. He ahí una de las gracias paradojales y sanadoras de la literatura.
Prosigamos:
Una Novela Real es una Épica.
Sarmiento es el peor de tus miedos: es la máxima debilidad, el abandono de ti mismo que quiere el abandono de todos y de todo (el rayo que destruye la torre y el propio desmoronamiento ilustrado en “La Torre de Babel y la soledad como espejo”.). Las premisas que dictan los dolores palpitan lentamente señalando tu destino (esto último tan sólo es un aporte fonético, es decir: creo que suena bien y por eso va. Cosa mía.).
La tarea última de todo héroe es vencer a Sarmiento (el monstruo interior). Triunfar sobre Sarmiento es cumplir la necesaria desilusión del padre, sintiéndola como un llamado interior, y también interior en el sentido del fuego y el ardor que ilumina desde adentro su condena… … Quizás sea el llamado de Ahab, y, lo mismo, quizás anterior, el llamado desafiante del gran Leviatán.
Sarmiento en algún sentido importante es Ahab, y el pequeño héroe: Ismael (quien narra la épica de Moby Dick, y con otro nombre y figura narrará la nueva épica en configuración, denominada provisoriamente como: Novela Real).
En esta Novela Real (de realidad y de realeza) sería Sarmiento peor que Ahab, porque llevaría a Moby Dick en su interior con mucha más fuerza. En este caso, Ahab y Moby Dick serían uno solo, entonces, Sarmiento sería ese monstruo Leviatán y al mismo tiempo su propio cazador. Ismael, no sólo sería un testigo llevado a la rastra contra el mal, sino un triunfador contra éste, aquel héroe que se rebela contra Ahab, destruye su empresa suicida e impone el bien como corona triunfante.
Entonces, la Novela Real sería un retorno a la literatura épica, educativa, moralizante y constructiva para el bien humano y personal.
… He ahí la búsqueda incesante de lo propio en común, que lo intuyo como una clave de la felicidad, una utopía, una esperanza y un desafío, tan desatinado y más falso que el comunismo o cualquier religión.
La Novela Real debe ser intrigante, interesante, alentadora y constructiva. Un triunfo apasionante del bien contra el mal.
Me beneficiaré yo y todo el resto (esto último por lo propio en común). Si todo resulta bien, yo y quien me acompañe en la empresa ganaremos un dineral y el resto volverá a replantearse el problema del bien y del mal tal cual corresponde, con las cosas claras cada una en su propio sitio, como es la cosa desde que ésta se inventó, anterior al bigotudo de Nietzsche que vino a revolver el gallinero con su egoísmo de neurótico y gruñón, y también a la sarta de imbéciles aprovechadores que saltaron más menos por los mismos años diciendo peores versiones de todo tipo y de todas las cosas (léase Freud, Marx y todo viejo huevón , manipulador y pervertido que quiera echarse en el saco de lo mismo).
Será un llamado a la felicidad propia y colectiva, decir que haciendo las cosas bien, desde el bien y para el bien otorga la felicidad, es decir: optar por el sol (y no le podemos poner Novela Solar porque no me gusta como suena, y no le podemos poner Novela Luminosa porque ya la inventó un uruguayo demente).
El personaje de Ismael no es perfecto, ni en Moby Dick ni en esta Nueva Novela Real (que nada tendrá que ver con la caza de ballenas, excepto, quizás, algunas referencias a “Green Peace” y a una bella , delirante e imaginaria caza de delfines, pero será sólo un episodio simbólico, o un flechazo absurdo que atraviese anecdóticamente la novela). Ismael tiene que derrotar a un demonio interior (ese es Queequeg, su parte primitiva), además del demonio exterior que es Ahab (Sarmiento en este caso). Es la aventura exterior-interior, esa realidad que se juega en dos partidas al unísono, y donde una parte invade a la otra y viceversa, siendo finalmente lo mismo, solo que la cabeza humana por ser tan limitada se lo representa en dramatismos fragmentados. Es la empresa de la vida total. Afuera y adentro y el triunfo del bien sobre el mal. La derrota de lo animal frente a lo humano, que es una utopía a mi parecer errónea pero ideal. Más vale la domesticación (personal), pero bueno…
En esta Nueva Novela Real se derrota a la ballena, el Gran Satán que está detrás del endemoniamiento de Ahab. Se derrota a Ahab, se derrota a la ballena y se llega a la costa llenos de gloria para reconstruir el mundo que se encuentra en ruinas. Es la reconstrucción del Edén, una segunda oportunidad de retorno para empezar de cero.
Es una relectura moral, simbólica, caricaturesca, moderna, posmoderna y apocalíptica de Moby Dick, ambientada principalmente en la época actual y en las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso.
Al parecer, la novela tendría un valor moralizante en el sentido tolkeniano del bien triunfando sobre el mal, pero estaría contextualizada en la inmunda fantasía de la realidad y no en un mundo tan caprichoso y ociosamente fantasioso como lo es la “Tierra Media” (mis palabrotas son gratuitas, injustas y genuinas).
Sarmiento lidera desde su convalecencia, en un subterráneo a los pies de un cerro porteño y desde una bodega de pintores del centro de Viña del Mar, a un aterrador grupo de artistas o anti-artistas, autodenominados: agentes culturales, que quieren imponer el caos cultural desde la “per-versión” (entendida y malentendida como la peor versión) de todas las cosas, el valor de lo anti estético y Viva-Goya-el-Coño-y-Joder!. (los españoles han sido desde siempre pura brutalidad), claro que todo este vuelco satánico es disfrazado bajo mil disfraces y vueltas manipuladoras bajo la dirección inteligente de Sarmiento, quien no sólo anhela la destrucción del arte, sino la destrucción de todo, absolutamente todo. Una gigantesca implosión atómica desde él como epicentro, anhelando convertirse, quizás, en un hoyo negro humano para absorber todo el espacio y el tiempo y la luz que es el bien de todo lo que nos rodea. El máximo egoísmo es su poder.
Sarmiento quiere llegar a ser el gran destructor, el ladrón, asesino y violador que despoja a toda cosa de toda su belleza, pero sabe que no conseguirá el éxito, que el bien triunfará sobre el mal y que su empresa viaja hacia el fracaso, lo que le da más rabia y más ganas de destruirlo todo, porque más odio hacia sí mismo y hacia el mundo le trae esta frustración. Es un poeta maldito y se sabe de antemano derrotado por un conjuro Saturnino o Saturniano (como mejor prefiera llamerle) cuyo influjo le tocó por azar al nacer (cosas pencas que inventan los astrólogos).
Sarmiento sabe que es peor que Poe, Rimbaud, Baudelaire y sobre todo, peor que el Conde de Lautreamont, el más penca de todos (otro uruguayo loco y legendario como Gardel y el pelotudo de la novela luminosa), peor en todo sentido, y tanto peor así, que se encuentra a años luz de ellos, sobre todo en lo que a su insignificancia se refiere. Quiere morir y arrastrar consigo a unos cuantos, todos los que pueda, y de pasadita dejar algún legado cultural que aporte en la destrucción de las cosas buenas humanas.
Sarmiento es la carta de la muerte cayéndosele de a poco los huesos. Es la imagen de la muerte derrotada bajo su propia guadaña y llevándose consigo unas cuantas cebollas, papas y tomates podridos del cultivo descarriado.
La Novela Real es una novela trágica, porque ilumina la lucha del hombre contra… , o más bien, por su destino, y es, en ese sentido de “lo por”, más que nada, una novela optimista y optimizadora para la literatura, imperiosa y ridiculizante del mal, con la seriedad y la educación pertinentes. Una novela alucinante, remecedora, estremecedora y moralizante. Les iluminará a todos el camino de la felicidad, y en ese sentido es, también, un tratado filosófico, religioso, y un libro de autoayuda que, ojalá, llegue a ser un bestseller.
Ahab-Sarmiento persigue al demonio, el héroe persigue al sol.
Se construye al héroe victorioso, ya no más el mártir ni el triste romántico derrotado. Ha llegado la hora redentora del sol.
Próximamente en todas las librerías del país, con ilustraciones psicodélicas realizadas por el propio autor.
Se agradece la paciencia al lector, en algún momento de su vida, de una forma u otra, será recompensado.
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